martes, 22 de mayo de 2012

La Brujería vasca en el Siglo XVI Parte III



Sorginkeria, traducido, significa “Actividad de Sorginak” o “El Oficio de las Sorginak”, mientras que a su vez, Sorginak significa “hacedora de cosas asombrosas”, aunque también hay traducciones que indican “hacedora de nacimientos”.

El culto a la Brujería, en Europa, estuvo muy presente en numerosos países del continente. Desde Irlanda hasta España, pasando por Francia, Inglaterra, Escocia, Gales, Cornualles, Alemania, etc...
A lo largo, concretamente, de la península Ibérica, existen numerosos linajes de Brujería que han pervivido dentro del folclore popular, como siempre sucede con estas cosas, camuflado entre el mito, el folclore y la leyenda.

La Iglesia persiguió estas prácticas utilizando las peores medidas represivas que Europa había conocido en aquella época.

¿Qué era realmente la Brujería? Desde la perspectiva de la actual Brujería Tradicional, la Brujería ha sido y es una manifestación, a menudo rural, de supervivencia de los viejos cultos de la Europa pre-cristiana, en mitad del advenimiento del Cristianismo. Aquellas gentes que en países como Irlanda, Escocia, Inglaterra y Gales se reunían, en secreto, en los páramos para danzar y cantar viejas canciones en honor a los viejos Dioses de sus respectivas naciones, a menudo en fechas que la antigua sociedad pagana, observó como sagradas, coincidiendo muchas veces con el calendario agrícola.

La Iglesia les acusó de adorar a una entidad con dos astas de venado a quien sincretizaron con Satanás, más cuando la antropología ya ha explicado en numerosas ocasiones que se trataba de un antiguo Dios, común en muchos lugares de Europa, a menudo adorado como símbolo de la fertilidad, la fecundidad, el éxtasis y el profundo arquetido salvaje de lo animal y de la misma naturaleza.

A su vez, la Bruja era la que caminaba entre los mundos; La Seidkhona de los Escandinavos, la mujer-chamán. Dentro de su repertorio, la Bruja, quien era a menudo una campesina más, poseía grandes dotes sobre el conocimiento, uso y aplicación de las hierbas.

Además pervivía en su memoria viejas costumbres, sortilegios como a menudo eran llamados, muchas veces heredados de su madre, a la vez de su abuela, bisabuela... Se podían remontar, este peculiar traspaso, hasta épocas anteriores al advenimiento del Cristo Blanco, o del Mono, como fue llamado en Euskal Herria por boca de los propios paganos.

La Bruja, conocía también viejas leyendas descendientes de épocas remotas, usadas para explicar en el lenguaje de la poesía, las viejas usanzas de los Dioses de su patria. Así pues, la Bruja era conocedora de que en determinados momentos, así como en determinados lugares, era propicio saludar a los Viejos Espíritus del pueblo, quienes eran los Grandes Dioses del pasado y quienes la enseñarían e instruirían en los antiguos misterios.

A menudo la Bruja untaba su cuerpo con una mezcla específica de hierbas que, absorbida por los propios poros de la piel, ofrecía resultados similares a los del Chamán Siberiano o Amerindio; así acudía frecuentemente “al Sabbath” o Akelarre (como fue llamado entre nuestras gentes) en donde rendía culto a la Dama Blanca y al Señor Astado, entre cuyas astas, ardía el fuego eterno de la sabiduría.

La Sorginkeria, o Brujería Vasca, no fue otra cosa que la supervivencia medieval y en las zonas más rurales de nuestra geografía, de la antigua religión, sus Dioses y parte del saber popular.
Hombres y mujeres, e incluso niños, acudían al Akelarre según nos explican las investigaciones supervivientes.

Una mezcla de razones políticas con fanatismo, indujo a la Inquisición a detener a más de 3.000 Vascos en territorio español y francés. De esos 3.000 todos fueron interrogados y torturados y cientos de ellos asesinados.

La Sorginak, como sus homólogas en otros lugares de Europa, eran caminantes "entre los mundos", mujeres chamanas que afrontaban un cambio de forma animal, conocedoras de las hierbas, de los viejos ritos de fertilidad que honraban a los viejos Dioses, de la magia y de la sabiduría que transmitían los espíritus que vivían en lo "profundo y oscuro de la cueva". Un lugar, similar a la la Colina o al Shide en otras culturas, que delimitaba el mundo de los hombres y el de los espíritus, muertos y Dioses.

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